Yoga para atletas y para discapacitados.

El otro día me llegó a mi correo electrónico un mensaje que me ofrecía la posibilidad de ver unos videos sobre yoga al estilo de Iyengar que había grabado un profesor de yoga que trabaja en Canarias y que desea llegar, en este caso como profesor virtual, a cuanta más gente mejor. Estos videos son una introducción y un ejemplo de la serie completa --que no conozco, ni quiero que se pueda pensar que pretendo promocionar— que tienen ya un coste dinerario.

El estilo Iyengar que José Antonio Cao enseña en estos vídeos bien realizados, con claridad y precisión, y al mismo tiempo con una expresión corporal muy concreta explicando los asanas y una fluidez verbal notable, está concebido para atletas, lo que el mismo José Antonio es, clarísimamente.

Gente joven, en buen estado de forma o susceptible de estarlo a través del entrenamiento, por falta de problemas o disfuncionalidades que impidan la perfecta realización y alineamiento de la postura, son las personas que mejor pueden aprovechar las cualidades de este estilo de yoga.

Este yoga preciso, estricto, enérgico, rotundo y perfeccionista, prioriza una severa y exigente ejecución del asana para llegar al fortalecimiento de la voluntad, a la integración mente, cuerpo y espíritu, y a la atención mental que desarrolla y focaliza la mente, lo que constituyen los objetivos básicos de todo estilo de yoga.

Una de las cualidades que más aprecio del método Iyengar es no solo la belleza y la armonía de su ejecución que irradia y termina armonizando a todo el ser, sino la seriedad y la austeridad con que se toma el yoga, en medio de este boom que pretende convertirlo en un entretenimiento y ocultar el esfuerzo y la perseverancia imprescindibles para avanzar en la práctica.

Este tipo de yoga tan beneficioso para atletas entrenados, aunque sean de edad, y jóvenes en forma no es fácil que puedan ejercitarlo personas con problemas físicos, edad avanzada o algún tipo de discapacidad. Yo diría que es imposible, porque subvierte su esencia que es llegar a la perfección en el asana como la piedra angular desde la que se construye el yogui.

Como demostración de que el yoga es grande y dúctil, y que sabe adaptarse a las circunstancias particulares de sus adeptos, también os quiero hoy mostrar dos párrafos de este testimonio emocionante que un discapacitado ha dejado en su blog:

“Los problemas psíquicos o físicos no pueden impedir que se inicie o continúe la práctica de yoga. El yoga es tan personal que todo el mundo lo puede adaptar a su condición ya sea desde una silla, desde alguna limitación de movimiento o psicomotriz. El yoga es mucho más que una práctica física, comporta una actitud de vida, independiente de las condiciones físicas o psíquicas, las técnicas variadas que nos enseña pueden ayudar enormemente a convivir con las dificultades que nos vamos encontrando, las que nos llegan de repente y las que van viniendo de manera gradual y casi imperceptible…”

“Para la práctica física personal de las asanas desde una limitación, sólo hay que aprender a adoptar las posturas posibles, a buscar las variaciones o las alternativas a determinados movimientos que nuestra limitación no nos permite hacer, olvidando cómo debería ser el movimiento y la alineación del asana, sólo estando completamente presentes, utilizando bloques o cualquier ayuda, centrándonos en la respiración y en la coordinación de ésta con la postura y o visualizándola si por motivos puramente mecánicos no nos es posible hacerla y no tenemos ninguna alternativa...”

El yoga nos sirve a todos desde nuestra propia condición. Pide a cada uno según sus posibilidades y entrega a cada uno según sus necesidades porque, al final, yoga es un método de vida, una forma de estar en el mundo, una disciplina que puede abarcar cualquier actividad, cualquier sensación, percepción, emoción y sentimiento.

Yoga es un faro, y proporciona limpieza, serenidad y un sentido vital que incluye, como dice nuestro yogui discapacitado, un cambio de conciencia. También yoga es un método de estar en forma, un ejercicio físico moderado, un momento de tranquilidad y de estar con nosotros mismos. Y puede ser una manera de compartir y participar con otros, una moda, un sudor debilitante, o un procedimiento de realización con abundantes y cada vez más esplendorosas escalas.

El yoga se adapta y cumple necesidades distintas con sencillez y humildad. Aunque el yoga excelso, el que implica a todo el ser, tiene su columna vertebral, flexible sí, ya sea con escoliosis, lordosis o cifosis, pero firme y finalmente vertical hacia el cielo.

Esta Edad Oscura llena de posibilidades

La concepción del tiempo en el hinduismo, cuya columna vertebral es el yoga, es cíclica e infinita. Giramos en redondo para volver al mismo sitio y volver a partir. La vida de cada humanidad comienza en un estado de perfección y progresivamente va decayendo. Por eso el símbolo primigenio y esencial del hinduismo es la rueda.

El hinduismo afirma que actualmente estamos en la Edad Oscura, Kali Yuga:

“Cuando la sociedad alcance un estado en el que la propiedad otorgue un rango, la riqueza se vuelva la única fuente de virtud, la pasión el único vínculo de unión entre los esposos, la falsedad la fuente del éxito en la vida, el sexo el único medio de satisfacción, y cuando las formas exteriores se confundan con la religión interior entonces -dice el Vishnu Purana-, estamos en Kali Yuga".

O sea, no cabe duda: actualmente estamos en Kali Yuga, la Edad Oscura.


Para el hinduismo cada ciclo humano trascurre en 4 fases que van de la mayor perfección a la decadencia inevitable. La fase de mayor perfección es la primera, y también es la más larga. En ella el ser humano se encuentra en un estado de plenitud, consciente de su conocimiento espiritual y su origen divino. Es la fase de Satya Yuga. En la segunda fase, Tetra Yuga, aparecen las enfermedades y el trabajo. En la tercera fase, Dvapara Yuga, mi preferida, quizá por eso tan yóguico de no anhelar nada, ni tan siquiera la perfección, es una fase de equilibrio entre perfección e imperfección, entre la luz y la oscuridad.

Finalmente la cuarta fase es Kali Yuga, donde nos encontramos ahora, la Edad Oscura. Siento decir que esta fase dura 432.000 años según la concepción del tiempo hindú.

Por el contrario, la concepción del tiempo occidental es lineal. La humanidad parte desde un punto cero y marcha hacia el futuro, que se encuentra abierto, impredecible y misterioso, y que puede ser construido por el hombre. Incluso diría más: El ser humano es el único ser capaz de hacerlo porque tiene conciencia y responsabilidad, él puede conducir el futuro y cambiarlo. La moderna teología cristiana habla de Dios y dice que actúa por medio del ser humano, que Dios mueve silenciosamente la historia a través de éste y de su esfuerzo, y que es libre. O sea, para el mundo occidental el futuro es un enigma que se puede construir.

¡Que distinta es la concepción de una y otra civilización! Una de ellas, quizá fruto de su antigüedad, su larga experiencia de conocimiento y su sentido quietista se muestra fatalista y serena, y niega la posibilidad de cambiar la historia y el futuro. La otra, mucho más joven, esperanzada y violenta, puesto que cree en el cambio provocado, nos hace actores y protagonistas de la historia, y nos sitúa en un estado de tensión insoportable. Mientras una es lenta y rítmica, la otra es rápida y cegadora.

En una, la salvación y el cambio solo pueden ser individuales e íntimos porque se trata de recuperar lo primigenio, lo interno, lo que siempre fuimos, y nace el yoga. En la otra se trata de hacer la revolución, de asumir colectivamente la historia, de participar todos en el altar del progreso. Y nace la rebeldía, el desarrollo y el discurso mesiánico y excluyente.

Muchas veces, dada mi mente occidental, me pregunto quién tendrá razón. Ya sé que es una tontería, pero no lo puedo evitar. Otras veces me pregunto que me gustaría más. ¿Hacia donde diría que va este barco de la humanidad y, en función de eso, qué sentido y qué valores escogería para mí? Luego, más sereno, recuerdo a Gandhi, un hombre extraordinario que vivió en medio de estas dos civilizaciones y decía:

“Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.

Al mismo tiempo desafiaba a la ignorancia y a los ingleses.