Yogui Ramacharaka, el invisible

Un rostro con gran personalidad y determinación
Con el seudónimo de Yogui Ramacharaka, el escritor americano William Walker Atkinson escribió una serie de artículos y libros sobre técnicas yóguicas que ayudaban a las personas a pasar, según dice en unos de sus libros, del hombre normal que tiene latentes facultades superiores que cuando se manifiestan y expresan lo transforman en superhombre...", con una confianza en sí mismo, una capacidad de concentración y una creatividad que ayudarían a cambiar a la humanidad.

W.W. Atkinson escribió 13 libros en total con este seudónimo  que, aún hoy, 110 años después de su publicación, mantienen todo su interés, de tal manera que buena parte de ellos están impresos y en los catálogos de importantes editoriales por sus cifras de ventas.

William Walker Atkinson nació en Maryland en 1862 y tuvo una vida extraña, todavía hoy misteriosa y objeto de investigación. En ella hay dos periodos perfectamente definidos. El primero de ellos como un joven tendero que ayudaba a su padre y que luego se dedicó a los negocios con tan poco éxito y tanto estrés que tuvo una importante enfermedad o un colapso nervioso que le dejó postrado y con la salud muy quebrantada.

Nada se sabe de su vida durante los siguientes meses. Pero a partir de ahí, en un segundo periodo, como si hubiera encontrado el Santo Grial, se convierte en un abogado de prestigio y en un escritor prolífico, tan prolífico que es difícilmente creíble la cantidad de artículos y libros que escribió con diferentes seudónimos hasta su muerte. Y los escribió él, de eso no hay duda. ¿Fue el conocimiento del yoga mental lo que le confirió tanta energía? Eran libros sobre ocultismo, desarrollo mental ("ciencia mental", como él decía), desarrollo de la voluntad, el poder de la concentración, la clarividencia, o como cuidarse a sí mismo.

Como respirar, escrito por Atkinson
También es uno de los más importantes teóricos y divulgadores de yoga mental o Radja yoga, que dice aprendió de un discípulo de un yogui dedicado a ello durante toda su vida. El yogui se llamaba Ramacharaka, y su discípulo, un tal Babá Bharata, terminó viajando a EE.UU. para asistir al Congreso de las Religiones en Chicago de 1893, donde habló por primera vez Vivekananda, causando una fuerte impresión y dando a conocer el yoga en Occidente.

Desgraciadamente tampoco el dato ha podido ser comprobado, pero la cuestión es que W.W. Atkinson a partir de 1893 cambió su vida, era un yogui y se convirtió en un abogado de prestigio, en un escritor ocultista y en un hombre muy avanzado, con una vida intelectual extraordinariamente fructífera.

Esos dos aspectos tan distintos de su actividad, la de yogui y escritor ocultista, y la de abogado de prestigio estaban tan separados que no eran conocidos en ninguno de los dos ambientes. De ahí los distintos seudónimos que utilizó como autor de sus libros. En total, 10 que se sepan, y varios más que parecen probables. Uno de los seudónimos más importantes fue el de Yogui Ramacharaka, como hemos dicho.

Certificado de defunción
Murió en 1932 y su certificado de defunción, curiosamente, lo podemos encontrar en Internet, donde dice que murió de una especie de apoplejía, porque hay otro certificado escrito, también accesible en Internet, sobre derechos de autor, en el que se atestigua que cuatro años después de su muerte firmó él mismo la ampliación de sus derechos. Fue una vida de misterio y grandes logros.

Pero según Ramacharaka todos podemos lograrlo. Y nos dice cómo en sus libros sobre Radja Yoga.

Vamos a echar un vistazo rápido a uno de ellos: “Serie de lecciones sobre Radja Yoga”. Está dividido en 12 lecciones y comienza así:

“El hombre, la superior manifestación del Absoluto en este planeta, es un ser asombrosamente organizado, aunque la mayoría de las gentes conocen muy poco de su verdadera naturaleza. Comprende en su estructura física, mental y espiritual…”
Certificado de derechos

Somos centros de conciencia establecidos por el Absoluto, un principio de vida. Ramacharaka afirma que el universo es vida, todo está vivo y nosotros somos seres individuales ligados a ese centro de vida. Esta afirmación es la base primordial del libro y la asimilación de ello es la piedra angular de todo el desarrollo mental que va poco a poco explicando con ejercicios, afirmaciones y distintos tipos de concentración y meditación, todas ellas sencillas y practicables.

Quizá uno de los aspectos más interesantes y actuales del libro es lo fácil que resulta comprender lo que dice y lo prácticos que resultan sus ejercicios. Tiene un lenguaje sencillo y actual y, a pesar de lo que se pueda pensar, está lleno de sentido común, optimismo y entusiasmo. Un hombre de leyes con la mente bien organizada metido a yogui.

Si logramos ser dueños de nuestra mente, dice Ramacharaka, si la educamos y trabajamos con ella, seremos lo que queramos ser. Para ello hay que fortalecer la voluntad, la herramienta esencial en el trabajo con la mente, y para conseguir ese “dominio mental” hay que realizar ejercicios de concentración, de atención y aumentar la sensibilidad de nuestros sentidos. Más aún, si permitimos que emerja nuestra mente espiritual comprenderemos que todos formamos parte del Absoluto, de un caudal de Vida, Energía y Materia, que nos hace grandes e iguales, porque todos venimos del mismo origen, y que puede cambiar a la humanidad.

“Los yogis han enseñado siempre que la mente tiene varios planos de manifestación y acción, y que algunos de ellos operan por encima y otros por debajo del plano de la conciencia ordinaria”, 

nos informa Ramacharaka en su Octava lección del libro, que trata de “Cumbres y valles de la mente”.

Las cumbres y los valles de la mente son los diferentes planos mentales: la intuición, la conciencia, lo supraconciente y el plano subconsciente. Ramacharaka nos enseña como podemos trabajar con ellos y también a aprender como dejarles trabajar en lo que les es propio: la intuición para la labor creativa del arte y la ciencia; la conciencia para el conocimiento del Yo; el plano subconsciente, que es el que consolida los conocimientos adquiridos y el que soluciona los problemas que nos planteamos; y la supraconciencia, que es la que organiza la realidad tal y como la conocemos.

Un libro verdaderamente curioso e interesante, lleno de sabiduría psicológica y muy práctico porque nos enseña a fortalecer la voluntad, mejorar el carácter, facilitar el aprendizaje, aumentar la autoestima y la seguridad en uno mismo, o aminorar la angustia cuando nos puede el desánimo.

Pinchando aquí encontraréis un resumen del libro que, sin tener necesidad de enfrentarnos a todas sus páginas, es lo suficientemente completo para que sirva para vuestro propio entrenamiento mental o Radja Yoga.

William Walker Atkinson, alias Ramacharaka, dice en uno de los últimos párrafos:

“Los gentes están cansadas de hipocresía y deshonor en las relaciones humanas y piden a gritos volver a la verdad y la honradez en pensamiento y acción. Pero no ven la salida. No podrán verla hasta que la mente de la humanidad evolucione un grado más.”

Pero siete años después de su muerte comenzaba la II Guerra Mundial, que dejó 60 millones de muertos.

Y termina con una afirmación muy bonita:

“Hay sólo Una Vida, Una Vida Fundamental. Esta Vida se manifiesta a través de Mí a través de todas las otras formas y cosas. Estoy descansando sobre el seno del Gran Océano de Vida, él me soporta y me llevará en salvo a través de las tormentas, furias y estruendo de la tempestad. Estoy seguro sobre el Océano de Vida y me regocijo al sentir el vaivén de su movimiento. Nada puede dañarme, aunque los cambios vengan y vayan.”