Un buen regalo de navidad: sabiduría garantizada

Como es navidad nos vamos a regalar en este post una extraordinaria película que a mí me gusta ver de vez en cuando para centrarme en lo importante. Es “Sabiduría garantizada” de Doris Dörrie estrenada en 2000. Se puede ver libremente en You Tube en 11 videos, comprarla, o verla de otras maneras menos respetuosas con el esfuerzo realizado por sus creadores.

La película nos muestra a dos hermanos alemanes, de mediana edad, casados y cada uno con su vida. Uno de los hermanos se dedica a domesticar la energía sublime en los hogares alemanes: te dice donde hay que poner la cama y en que lugar de la mesa sentarse para no quedarse en corriente energética. Él ama el zen, aunque más que nada ama su parafernalia: el palito de incienso, la fuente de agua, el jardín desolado, un poco de arena con unas piedrecitas encima de una mesa auxiliar que peina todas las mañanas.

El hermano más joven acaba de perder pie porque le ha abandonado su mujer sin previo aviso, de la noche a la mañana, llevándose a todos sus hijos. Está francamente pesado con tanta llorera y se empeña en acompañar al otro hermano al viaje que lleva planeando desde hace más de un año a Japón, como si fuera la Meca, con retiro incluido en un templo budista. Puesto que la noche de la víspera del viaje está bastante borracho y llorón, al hermano no le queda más remedio que aceptarle.

Tokio es una ciudad inmensa, ruidosa, llena de prisas, un hormiguero de japoneses bajitos con aparatos colgados de todos sitios como adornos punkis. La primera noche se pierden y ya no vuelven a encontrar el hotel.

Bien, la primera en la frente en su viaje iniciático: así que de vagabundos por Tokio. Acaban de perder pie. No les queda nada ni son nada. No se lo toman tan mal, sufren, se preocupan, roban, duermen en los parques. En el momento más dramático encuentran a una compatriota que les ayuda. Así que, después de unas semanas ganando algún dinero, terminan en el monasterio.

En la segunda parte Doris Dörrie nos enseña la vida monacal y el esfuerzo tremendo que tienen que realizar los dos hermanos para adaptarse. Luego describe la alegría y el silencio.

Pierden la prisa y encuentran un lugar más íntimo en sí mismos. Aprenden a guardar un orden, a reverenciar las cosas, a barrer, a oír el viento y el misterioso graznido de los cuervos, a pararse, a pararse de verdad, a comer con gusto, a cansarse, a participar, a callarse, a reírse, a vestirse despacio. Es todo muy sencillo.

Doris Dörrie nos deja ver, sin querer explicarnos nada, como van cambiando ambos hermanos, cada uno desde su forma de estar en el mundo. Como se van calmando, limpiándose mentalmente, limpiando sus sentidos, barriendo y poniendo orden en sus sentimientos y emociones, como van cocièndolos y maceràndolos, sin hacer nada, simplemente algo que les ocurre, hasta irlos colocando en su sitio. Es impresionante verlos desde la prisa y el desconcierto de sus vidas cotidianas hasta esa calma y la tolerancia ante lo que ocurre en el tramo final de la película.

Sin embargo no hay moralina, ni tomas de partido. Doris Dörrie simplemente nos deja ver el proceso de descubrimiento interno y alegría de vivir de estos dos seres que con sencillez siguen una rutina de limpieza que se ha ido perfeccionando a través de los siglos. No hay grandes palabras, menos aún grandes ideas, tampoco verdades como dogmas, ni siquiera tomas grandilocuentes o rebuscadas, simplemente nos muestra lo que ocurre en un monasterio zen de Japón, para lo que tuvo que participar de su vida mientras hacía la película.

-"¿Conectar con el budismo le dio más alegría de vivir de la que tenía antes?" –le preguntaron a Doris Dörrie en una entrevista con motivo del estreno de la película.

-"Sí, pero esto no vino por sí solo. Como la mayoría de la gente yo también soy bastante ignorante en este sentido y necesitaba que me cayera un ladrillo en la cabeza. Fue el momento en que mi marido enfermó de cáncer de hígado. Tenía que pensar en otras cosas para dominar el miedo y poder cuidar de él y de mi hija y no saltar por la ventana del susto. Y la simple intención de concentrarme en lo que estaba haciendo en cada momento y resolverlo de la mejor forma me ayudó a no enloquecer. Contado así suena muy triste, pero lo que me importaba reflejar en la película es la alegría que desprende. Lo cierto es que en el mismo paquete, junto con la parte seria hay una invitación a tomar las cosas con cierta ligereza, porque si vamos a morir de cualquier forma, podemos llevar las cosas con mejor ánimo, quitándonos peso de los hombros y aprovechar el momento lo mejor posible.”

2 comentarios:

  1. Estaba esperando verla para poder comentarte, pero se me pasan los días, y no me ha dado tiempo. Bueno, la dejo en reserva, seguro que me gusta, creo que he visto algo de esta directora ¿"hombres, hombres" puede ser?
    Gracias por la recomendación y feliz 2012

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  2. Si, yo he visto varias películas suyas. La de "Hombres, hombres" también la vi, pero se me ha olvidado. Debe de ser que mi inconsciente macho la censuró. ¿Era buena?

    Feliz año también para ti y para tu blog "No tengo tiempo para mi" que nos ayuda a disfrutar del tiempo. Un abrazo.

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