Primer paso : Yama

Una vez que hemos descrito los 8 pasos que el yogui tiene que dar en su camino para vivir una vida en busca de la propia verdad y la plenitud como ser humano, vamos a ver con más detalle cada uno de ellos.

Los dos primeros pasos, Yama y Niyama, son códigos de conducta. El primero, en sentido negativo, señalando los actos de los que nos debemos abstener; el segundo, en un sentido positivo, diciéndonos qué conductas debemos observar y qué actitudes psicológicas debemos cultivar.

Con nuestras raíces occidentales, ya sean cristianas, musulmanas o judías, estamos acostumbrados a considerar los códigos de conducta como el camino imprescindible para nuestra salvación, y como una obligación ineludible que nos trae inconvenientes en esta tierra de sufrimiento e injusticia, pero que será premiada más adelante, la mayoría de las veces cuando estemos muertos, seguramente en el cielo. Seguir un código de conducta parece un inconveniente, una desventaja que hay que soportar estoicamente con la esperanza de ser recompensados con creces y para siempre.


En nuestros días, en sociedades más secularizadas, los códigos morales pretenden también promover un orden social más justo, donde no siempre impere la ley del más fuerte, porque a la larga eso las destruye. En estas sociedades, el código de origen religioso ha sido sustituido por el Derecho, la ley. Sin solidaridad y sin protección a los que se están desarrollando  las sociedades se hunden en el caos y la destrucción. Freud hablaba del instinto de muerte como algo inherente en el ser humano, un instinto que hay que reprimir cuando no se puede encauzar; y Marx hablaba de la religión como el opio del pueblo, y sus códigos morales como un freno impuesto por los poderosos para suprimir la sublevación de los que sufren la injusticia.

Yama y Niyama, los códigos morales necesarios para avanzar en el yoga tienen que ver con fundamentos distintos. Los códigos morales orientales están encaminados a la mejoría del individuo, no de la sociedad. La sociedad se beneficiará del sentido de la justicia y la evolución de sus individuos, no de las leyes sociales con las que se puedan dotar. Los códigos morales tampoco serán ya una desventaja que se verá recompensada más adelante, después de la muerte, sino una condición imprescindible para sentar las bases de nuestra realización personal en el presente. El código moral es necesario porque nos traerá tranquilidad y armonía, paz y alegría aquí y ahora, lo que constituyen condiciones imprescindibles para avanzar en el yoga.

Yama:

1.- Ahimsa : no violencia
Muchos de nosotros nos acordaremos de Gandhi cuando oímos hablar de ahimsa, no violencia. Gandhi decía que no violencia no significa pasividad, quedarse quieto, no hacer nada para no hacer daño. De este modo intentaba combatir la resignación, tan arraigada en la cultura de la India.

Ahimsa, va más allá de la no violencia. Tiene que ver con amabilidad, benevolencia y dulzura. Tiene que ver con la capacidad de no juzgar para no decidir quien tiene derecho a vivir o a morir. Tiene que ver con igualdad y diálogo, tiene que ver con paz, interior y, en la medida de lo posible, paz en nuestro entorno.

Una de las dificultades de ahimsa consiste en saber hasta donde podemos cumplirla. Por ejemplo, ¿ser vegetariano?, ¿llevar un pañuelo en la boca para no respirar pequeños seres vivos?, ¿poner la otra mejilla? Cada uno deberá darse una respuesta.

En los Yoga Sutras de Patanjali se dice con respecto a Ahimsa:

"Cuando la abstención de ocasionar daño se establece en el yogui con firmeza, se abandona toda hostilidad en su presencia” (YS II, 35).

Parece lógico: el que se muestra no violento obtiene confianza y amistad.

2.- Sathya: No mentir
Sathya es, en primer lugar, verdad en el pensamiento: decidnos la verdad a nosotros mismos, conocimiento de sí mismo, aceptación de nuestros defectos y conflictos. Después, verdad en los actos, que nuestros actos respondan a nuestras convicciones, que lo que decimos sea coherente con lo que hacemos. Finalmente, verdad en la comunicación, decir la verdad a los demás. O, mejor dicho, no decir la mentira, porque decir la verdad puede resultar, según las circunstancias, ofensivo, cruel o contraproducente. Por tanto, no se trata de decir la verdad bruta, sino de ser auténticos y verdaderos con nosotros mismos, los demás y las circunstancias. Decir la verdad incluye al lenguaje corporal, al lenguaje no verbal y la actitud.

“Cuando la abstención de mentir se establece en el yogui con firmeza, las acciones y sus frutos están en conexión” (YS.II.36).

Muy inteligente ligar la verdad con los hechos porque a la larga es así: la verdad, como todo lo demás, tiene unas consecuencias objetivas. La verdad trae autenticidad a la vida y sentido de la realidad. Acaba con los ensueños incongruentes y las fantasías alienantes.

3.- Asteya: no robar
Es lo mismo que aceptación y aprobación. Estar bien donde se está y con lo que nos ha tocado. También tiene que ver con la superación del deseo, de la acumulación de riquezas. Arreglarse con lo que se tiene, no apropiarse de lo que no es nuestro. Como todo, aquí también hay que responsabilizarse de lo cada uno siente y cree, decidir dónde está la frontera de cada cual: ¿Qué es de los demás? ¿Qué es de todos? ¿Qué es de cada uno? Qué es de toda la humanidad? ¿Qué es de la naturaleza? ¿Hasta que punto en algunas circunstancias hay que luchar para redistribuir riqueza?

“Cuando la abstención de robar se establece en el yogui con firmeza, surge ante él toda clase de riquezas” (YS.II.37).

Una paradoja difícil de comprender con lógica y fácilmente comprensible desde la intuición. Cuando no nos centramos en riquezas concretas como las materiales, o el dinero pura y simplemente, surgen otras, sutiles y luminosas, un gran tesoro.

4.- Brahmacarya: control de los placeres sensuales
Particularmente la sexualidad. Aunque buena parte de los yoguis y sadhus errantes parece que practicaban el celibato, el control que es necesario para dar este paso en la práctica del yoga es diferente según donde nos encontremos. En nuestra sociedad hipersensualizada y mercantilmente sexualizada, donde por primera vez el ser humano se ha librado de la ligadura que ataba el sexo a la procreación, las condiciones son muy distintas. Por otro lado la atención continua a los estímulos de los sentidos que nuestra sociedad nos ofrece puede resultar infantil, regresiva y alienante. En lo referente al sexo, una energía poderosa que sostiene el mundo tal y como es, necesitamos regularla, para que la voluntad, la energía vital interna y el placer de vivir se combinen creativamente. En esa regulación especifica de cada cual tendremos también que elegir y comprometernos con nosotros mismos.

“Cuando la abstención de placer sensual se establece en el yogui con firmeza, se adquiere gran vitalidad! (YS.II.38).

5.- Aparigraha: confianza en uno mismo, no obtención de riquezas
La acumulación de riquezas es un intento de control obsesivo de la incertidumbre e inseguridad propias de la vida, cuando no tiene que ver con la envidia y con los ropajes suntuosos con los que intentamos mostrarnos ante los demás. Aparigraha, no acumular riquezas, vivir con moderación, con “lo puesto”, además de dejarnos mucho tiempo libre para practicar los otros pasos del Asthanga yoga que nos ayuden a realizar una danza bella y autentica, es una muestra de confianza y seguridad en nosotros mismos y nuestras posibilidades, un coger solo lo necesario, una vida que tiene en cuenta sobre todo lo esencial: el nacimiento desnudos y la muerte que nos desnuda. Entre medias una realidad fascinante e incierta.

“Cuando el yogui se establece con firmeza en la abstención de riquezas surge en él todo el conocimiento sobre el cómo y el porqué de la existencia”. (YS.II.39)

7 comentarios:

  1. Cada uno de estos códigos puede ser un buen tema de meditación ¿no? ¿Como se aplica cada uno en nuestra sociedad y en nuestra identidad como individuos?. Muy interesante esto de los códigos de conducta.
    Un abrazo

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  2. Si, ya sabes, cada uno tendrá que aplicarlos según su entorno, tiempo en el que vive y, sobre todo, con su leal entender. Un abrazo, Julia

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  3. Hola,
    descubrí por casualidad este blog y me ha parecido maravillosa esta descripción de los cinco yama de patanjali. Sencilla, somera, austera y muy clara. Preciosa, ¡felicidades!

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Ignacio, me alegro que te haya gustado, y que me lo hayas dicho. Bienvenido al blog.

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    2. Ya estoy suscrito, así que te leeré con asiduidad :)
      ¡Un abrazo!

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  4. Hola Antonio, me alegra que te haya gustado, y más todavía haberlo podido saber.

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