Séptimo paso: Dhyana, meditación

¿Practica meditación Molly Bloom en el último capítulo del Ulysses de James Joyce?
Uno de los capítulos más famosos de una de las novelas más famosas (y de más difícil lectura: el capítulo tiene 36 páginas y sólo 8 larguísimas oraciones sin signos de puntuación) de la literatura del siglo XX es un monólogo interior ( o corriente de la conciencia, como también se le llama) donde la mente de la esposa del protagonista se nos abre para verla pensar en algunas cuestiones de sexo, en un viaje a Gibraltar que hizo tiempo atrás y en su cita secreta anterior con un amante, mientras su marido duerme en la cama, a su lado.

¿Practica meditación Molly Bloom en ese largo monólogo interior que ocurre dentro de su cabeza?

Meditar supone un paso más, el séptimo paso en el camino del yogui, después del que se da con la concentración. Si concentrarse consiste en fijar la atención en un solo punto hasta conseguir cierta estabilidad mental, la meditación es fijar esa atención en un objeto, como dicen los Yoga Sutras, y ser conscientes de las ideas que surgen:

"dhyāna es el sostenimiento prolongado de las ideas que se presentan durante el estado de dhāraṇā" (Y.S. III.2)

Iyengar en su libro “Luz sobre los Yoga Sutras de Patanjali”, aclara con precisión la diferencia entre concentración y meditación: “La diferencia entre dhāranā y dhyāna es que dhāranā se ocupa mas de la eliminación de las ondas de pensamiento fluctuantes a fin de alcanzar la concentración unidireccional; en dhyāna, el énfasis radica en el mantenimiento de una observación contemplativa regular y profunda”.

Para poder meditar es necesario haber conseguido una “concentración de acceso”. Es esta la mínima concentración necesaria para observar el flujo de los pensamientos sin ser absorbido por ellos a cada momento. Amarrados al mástil de un objeto de meditación como puede ser la respiración, contemplamos sin intervenir y sin dejarnos llevar, sin calificativos y sin intervención consciente, la tormenta del flujo, cada vez más lento, de nuestros pensamientos y sensaciones.

Bodhidarma en su cueva
 de meditación, donde permaneció 9 años.
La conciencia deja pasar todo lo que ocurre en la mente. Por momentos, somos conscientes de nuestros deseos con una sonrisa interior, de nuestros recuerdos, de nuestros planes, de nuestras fantasías o nuestras ocurrencias. Si no juzgamos lo que se desarrolla en ese flujo incesante, si no nos dejamos arrastrar por lo que nos resulta agradable o desagradable empiezan a manifestarse sensaciones internas antiguas o procesos mentales inconscientes que estaban ahí, desde hace mucho tiempo, reprimidos.

Emergen a la conciencia, provocan una emoción, surge atracción o rechazo y, como todo lo demás, desaparecen sin dejar rastro. En el marco del hinduismo se llaman Samskaras, en el marco de la psicología pueden ser pulsiones, en el marco del psicoanálisis aspectos inconscientes del ello y del superyo. La meditación, dice el yoga, limpia la mente de toda esa carga inconsciente que condiciona y distorsiona la visión limpia de la realidad, la realidad tal y como es.

Además de darnos paz, serenidad y alegría la meditación nos ayuda a conocernos mejor, deja libre nuestra creatividad, la que sale de nuestro interior más íntimo, permite manejar mejor nuestros deseos y nos ayuda a sublimar la libido, una especie de energía psíquica instintual definida por Freud.

Las imágenes mentales que se dan en la meditación son de varios tipos y se producen en distintos niveles de conciencia.

Existe una conciencia central, como dice Damasio, el famoso psicólogo investigador de las emociones. Es una conciencia del presente, del aquí y el ahora. También habla Damasio de una conciencia biográfica compuesta de recuerdos, sensaciones, planes y deseos. La primera está presente durante la meditación, es continua y estable, como un cable por donde circula la corriente cambiante de nuestras imágenes, nuestros deseos o nuestras fantasías.

La forma cambia: unas son imágenes directas, otras se despliegan en el lenguaje, como un habla; otras parten de ambos soportes, son imágenes que definimos también con un lenguaje, o son directamente palabras escritas en nuestro inconsciente, o quizá colores. Una infinita gama de contenidos mentales que poco a poco se van calmando hasta que se hace más patente el continuo del cable, como cuando estamos en el campo, cerca de un tendido eléctrico: si nos quedamos quietos, callados y atentos comenzamos a oír el siseo eléctrico profundo y grave recorriendo el tendido eléctrico en medio de la grandiosidad del espacio abierto.

¿Practica meditación Mollly Bloom en su famoso monologo interior, o simplemente se deja llevar por la riqueza tiránica de sus pensamientos?

Yo creo que Molly Bloom es poseída por sus pensamientos, que su mente rica y ágil y cambiante la lleva de un lado a otro como un barco en la tormenta y que, pensando con esa riqueza y ese colorido, no es consciente ni de la mitad de lo que piensa. En el discurrir de la mente de Molly Bloom no hay conciencia del presente, ni atención a donde está, ni la ironía y la compasión necesaria para crear la distancia adecuada de sus propios deseos e impresiones que le permita saber que ella misma es eso, todo lo que surge en su mente, y más, mucho más que eso.

4 comentarios:

  1. La meditación, tema interesante. Muchos occidentales seguimos confundiendo meditación con reflexión o simplemente con "darle vueltas en la cabeza a algo". ¿Sería mejor contemplación, o "indagación sobre la naturaleza de la mente", o "exploración del espacio de la mente"? Pero ¿como traducir adecuadamente dhyana?

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  2. Hola Señor Pez, me alegra oírte.
    Si, es verdad lo que dices, pero lo mejor de la meditación, dicen todos (los que la practican) es practicarla.
    Es una fuente de sabiduría, creo yo.
    Un abrazo

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  3. No he leído Ulyses, pero creo entender que ese flujo de pensamientos, (ese monólogo interior) es lo que creemos que somos hasta que la meditación nos permite tomar perspectiva de nosotros mismos, y precisamente de esa verborrea nocturna, y observarla como algo que hacemos, no como algo que somos.
    como siempre, muy interesante tu publicación.
    un abrazo,

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    1. "Como algo que hacemos, no como algo que somos..." Me encanta tu frase. Qué buen resumen de lo que se siente en la meditación. Gracias, Julia, un abrazo.

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