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Segundo paso : Niyama

De los ocho pasos necesarios para ejecutar la danza vital que es el yoga, Niyama, el segundo, habla de las actitudes positivas que ha de mantener el yogui. Niyama es complementario con los otros ocho pasos del Asthanga yoga, que describe Patanjali en los Yoga Sutras, y está en relación directa con aquellas otras que debe evitar, Yama, de las que ya hemos hablado en el post anterior.


1.- Sauka: Limpieza
La limpieza del cuerpo, limpieza externa e interna
La limpieza externa, la limpieza de la piel, está bastante extendida en nuestra sociedad; incluso abusamos de jabones que desajustan el PH. No es necesario utilizar todos los días geles de ducha pero, después de ésta, es importante frotar enérgicamente la piel con una toalla para eliminar células muertas y reactivar la circulación.

No pasa lo mismo con la limpieza interna: la limpieza de intestinos, de los conductos de la nariz y la garganta, sin olvidar la lengua. Sin llegar a lo que cuentan que hacían antiguamente algunos yoguis, tragándose metros de tela mojada en leche para limpiar los conductos, hay que darle a la limpieza interna la importancia que tiene. Puede bastar con beber un vaso de agua caliente en ayunas que purifica y ayudará a evacuar las toxinas del intestino. Una alimentación sana, equilibrada y adecuada, sin llegar a saciarnos en las comidas, quedándonos con un poco de hambre, es otra manera de no sobrecargar el estómago y los intestinos, y mantener limpio todo el sistema digestivo.

La limpieza de los conductos nasales es muy fácil. Hay que lavarlos con agua destilada, ligeramente salada, que introduciremos suavemente en cada conducto con una pera o una lota. Es las abluciones matinales es importante no olvidar la lengua, donde queda depositado el sarro y partículas de alimento. Será suficiente con utilizar el cepillo de dientes raspando con cuidado su superficie.

La limpieza de la mente
También es sencillo limpiar la mente, aunque todavía se encuentre  poco extendida esta limpieza. Sentarnos al menos media hora al día, en silencio, con la espalda recta y concentrarnos en la respiración. Simplemente. Se trata de no engancharse a las sensaciones, pensamientos y fantasías que cruzan por nuestra cabeza. Hay que observarlos y dejarlos pasar poco a poco. Con la costumbre, será una tarea cada vez más sencilla que nos aportará calma, capacidad de atención y concentración, una mente dispuesta y situada en el presente, y unos sentidos limpios y despiertos.

“Sauca produce, purificación mental, alegría, atención, dominio de los sentidos y capacidad para la autoobservación” (Yoga Sutras II,41).

2.- Santosa: Contentamiento
Contentamiento tiene que ver con aceptación. La aceptación es un elemento de salud psicológica, descubierto como esencial en las terapias cognitivo conductuales de última generación para combatir la ansiedad, la depresión y algunos trastornos graves como el TLP (Trastorno Límite de Personalidad). Los yoguis lo descubrieron hace siglos. Aceptar lo que nos pasa no significa resignarnos. Haremos lo que tenemos que hacer, pero la aceptación nos ayuda a situarnos en el presente y hacernos cargo de la realidad, para luego dirigirnos a donde queremos ir.

También es una herramienta psicológica esencial para enfrentarnos a la frustración y disminuir los mecanismos de defensa inconscientes, como la negación, la proyección, la identificación, la agresividad o la ira que son los derroteros que la mente sigue cuando no es capaz de aceptar la realidad.

“A través del contentamiento se obtiene felicidad insuperable” (YS.II.42)

3.- Tapas: disciplina
Es una valor fundamental para llevar a cabo lo que hemos decidido hacer. Sin disciplina nada se puede hacer. Tapas, la disciplina, esta compuesta de ascetismo, voluntad y dirección. Pero la disciplina es difícil de conseguir, sobre todo en nuestra sociedad acostumbrada a la satisfacción inmediata de cualquier deseo. La disciplina crece con el convencimiento en lo que queremos hacer, con el orden moral, la atención y el control de los sentidos, con la limpieza interna y externa, y la aceptación que nos da la seguridad necesaria en nosotros mismos para desarrollarla.

El orden, la perseverancia diaria, la energía para el esfuerzo, el convencimiento y la acción son muy importanes para no dejarnos arrastrar por una mente tramposa que se sirve de la duda y la ensoñación para empujarnos hacia lo más cómodo, placentero o inmediato. Debemos cultivar ese otro aspecto de la mente, atenta, dispuesta y concentrada.

“A través del ascetismo, mediante la destrucción de las impurezas, perfección del cuerpo y los sentidos” (YS.II.43)

4.- Svādhyāya: autoobservación
No se trata de que estemos pendientes de nosotros mismos, menos aún de mirarnos el ombligo. Se trata de conocimiento propio, ser conscientes, y de desprendimiento. Conocimiento de nosotros mismos y de nuestro entorno, de la motivación profunda de nuestras acciones, incluida la motivación de nuestro amor por el yoga, de nuestros deseos, nuestros apegos y nuestras fantasías. Conocimiento también de lo que queremos hacer y  de lo que en realidad no queremos hacer, de los autoengaños, de lo más hondo que nos impulsa, aquello para lo que nos sentimos especialmente cualificados, de nuestras virtudes y nuestros defectos. Una labor importante que lleva toda una vida porque no somos estáticos, sino dinámicos.

Es necesario también desprendimiento, tomar una cierta distancia de nosotros mismos y mirarnos con dulzura y con desapego, no dejarnos cegar por los prejuicios y por lo que quisiéramos que fuera. Desprendimiento tiene que ver con atención a nuestro entorno y con la visión cabal necesaria para mirarnos a nosotros mismos con verdad, objetividad y amor.

“A partir del estudio de sí mismo surge la conexión con la deidad personal” (YS.II.44)
No sé con exactitud que significa este Sutra de Patanjali, pero nos puede servir para conocernos mejor y preguntarnos: Verdaderamente, ¿cuál es nuestra deidad personal? ¿A que rendimos culto en nosotros mismos? ¿Qué queremos en profundidad? ¿Qué buscamos y cómo lo hacemos? ¿Qué nos resulta inamovible en nosotros? ¿Cuáles son nuestros fetiches y para que nos sirven?

5.- Īśvarapraṇidhāna: Renuncia a los frutos de las propias acciones, sumisión a Dios
Llegó lo más difícil. Hablar de Dios es lo más difícil porque nadie sabe con certeza. Porque da vergüenza hablar abiertamente de Dios en nuestra sociedad, como decía V.Frankl, cuando describía la profunda represión espiritual de nuestro tiempo. Dios no es una certeza que se pueda entender con la razón. Dios puede ser un deseo, una conjetura, una verdad del corazón, un consuelo, o un misterio latente que quema.

Una gota de agua
En todo caso, el quinto Niyama habla de la necesidad para el yogui de renunciar a los frutos de las propias acciones y del ofrecimiento a Dios, al Absoluto, como ellos dicen, Atman. De Dios sabemos poco, pero de la necesidad de Dios sabemos mucho. Podemos pedirle, rogarle, increparle, negarle, justificarnos con él, llevarle de estandarte.

Y también podemos vivir en Dios, confiar en que hay un orden misterioso y exacto que no conocemos racionalmente, al que nos podemos acercar con el corazón y una visión despierta que no esté pendiente de nosotros mismos. Esa es la visión del yogui. En la renuncia a los frutos de la acción el yogui encuentra la libertad sobre sí mismo. En la entrega a Dios encuentra paz, humildad, inmediatez, aventura, profundidad y belleza. Entonces el yogui termina de limpiarse y refulge como fuego en su pequeña vida.

“A través de la devoción al ser supremo se logra plenamente la interiorización completa” (YS.II.45)
Todos los post sobre el Óctuple Sendero del yoga:

Para bailar yoga hacen falta 8 pasos

Para “bailar” yoga hacen falta 8 pasos. Cuando digo esto me acuerdo de la descripción que hace Gandhi de su boda (minuto 1:30 y siguientes) en la maravillosa película de R. Attenborough ( Gandhi, Richard Attenborough, 1982), ganadora de 8 Oscar. En una escena emocionante, Gandhi y Kasturbai rememoran su boda cuando tenían siete años. A la orilla del Ganges repiten los ocho pasos que bailaron alrededor de ellos mismos y alrededor de su entorno cuando se casaron. Siete pasos que debían caminar juntos para ayudarse a crecer espiritualmente, perfeccionarse y ser útiles. El octavo tenía que ver con el alimento físico, un pan simbólico que uno al otro se ponían en la boca para nutrirse y sustentarse.

Bailar es una manera de relacionarse con el mundo, además es una forma de expresión que implica al cuerpo, los sentimientos, las emociones y el espíritu. Con el baile, encontrando nuestro propio ritmo, nuestra propia expresión, respondemos a la danza propia del universo que también baila, y participamos de ella en una manifestación misteriosa que es la vida.  Si bailar es encontrar el propio ritmo a través de todo nuestro ser, del cuerpo, de los sentimientos, las emociones y el espíritu; si bailar es también responder, implicarse y descubrir nuestra relación íntima, única y precisa con lo que nos rodea, entonces el yoga es un baile. Un baile que lleva toda una vida, un baile que como el baile en la boda de Gandhi también tiene 8 pasos. Un baile que es necesario aprender, practicar y disfrutar.

Las sandalias con las que bailaba Gandhi
Los Yoga Sutras de Patanjali, están escritos entre el siglo II a.C. y el siglo VI d.C. Son 195 sutras, frases cortas y muy precisas que constituyen la esencia del yoga. Igual que no se sabe con exactitud la fecha en que se escribieron estos sutras, ya que probablemente fue una puesta por escrito sucesiva de una tradición y una práctica que llevaba realizándose mucho tiempo, tampoco se sabe quién era Patanjali. Algunas investigaciones dicen que era un filólogo que vivió en el siglo II a.C., pero es evidente que si los Yoga Sutras fueron escritos en varios periodos, y tan separados en el tiempo, debió haber más de un Patanjali.

Los Yoga Sutras constituyen la columna vertebral del yoga. Describen su técnica, sus consecuencias, su finalidad y su práctica. Los Yoga Sutras están divididos en 4 partes, la última de las cuales parece muy posterior, del siglo VI d. C.

La primera, Samadhi Pada, trata de responder a la pregunta de que es el yoga. Aquí se fija el objetivo esencial del yoga: la unificación de la mente. “Yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ”: yoga es la eliminación de las fluctuaciones de la mente.

La segunda parte, Sadhana Pada, que consta de 55 aforismos. Dedicada a la práctica, nos anima a ejercitarse en el yoga. Nos intenta convencer con el argumento de la necesidad de controlar la angustia y el sufrimiento inherentes a la vida humana, y nos orienta en la práctica.

La tercera parte, Vibhuti Pada, con otros 55 aforismos, describe los medios internos en la práctica del yoga y nos habla de las consecuencias de su ejercicio y de los poderes extraordinarios que conlleva, de los que también hay que desprenderse. En otro post hablaremos de ello.

Finalmente, Kaivalya Pada, con solo 34 aforismos, es la parte más psicológica y filosófica, la menos conocida y practicada porque trata de la naturaleza del conocimiento. Nos dice que la práctica del yoga permite aprehender la realidad, el objeto en sí mismo y, por tanto, el conocimiento del yogui se convierte en un conocimiento  objetivo y directo, sin proyecciones, ni fabulaciones, ni identificaciones. También hablaremos de ello en un post posterior.

Pero ahora vamos a empezar por el baile del yoga, y ese baile consta de ocho pasos. El Sutra 28 de la Sadhana Pada nos habla de que la práctica de estos ocho pasos destruye las impurezas, la basurilla y el polvo que se van acumulando en el vivir, y nos otorga sabiduría en forma de conocimiento y discernimiento.

El Sutra 29 de la Sadhana Pada nos dice cuales son estos ya famosos 8 pasos que todo yogui debe intentar aprender y practicar:

Estos ocho pasos se deben bailar todos juntos, con atención, voluntad, fe y alegría. Todos y cada uno son necesarios. Todos se van potenciando entre sí, todos nos afinan para hacer de nuestro baile un baile más real, un conocimiento interior más profundo, una respuesta más creativa, unificada y expresiva de nosotros mismos con el universo. Todos ellos constituyen el baile del yoga, lo que es el yoga.

Estos 8 pasos del yoga que Krishnamacharya, el gran yogui que enseñó durante el siglo XIX, y sus famosos discípulos Iyengar, Pattabhi Jois, Desikachar, su hijo, e Indra Devi, revitalizaron con sus enseñanzas y llamaron Asthanga Yoga, los iremos viendo despacio, uno a uno.