Sobre zombis y yoguis

Un día, dándome un paseo por Internet, me encontré con este video que me hizo gracia. Lo recogí y me dije: “Qué divertido, éste me lo quedo”. Ahí lo dejé, perdido en el dédalo de mis favoritos, dormido, hasta que un día la varita mágica de la flecha de mi ratón lo despierte.

Hoy he mirado con algún detenimiento mis favoritos, horrorizado porque se ha convertido en un desván inmanejable, pero lo he visto de nuevo y me he vuelto a reír: ¡qué buena propaganda del yoga! La tétrica calle, los zombis y el despertar…, ja, ja, ja.

Luego, cuando ha terminado, he recorrido lentamente la pantalla otra vez con el ratón, leeennntamente, trazando un pequeño círculo, pensativo, y he vuelto a elegir el triangulito de la derecha. Entonces el video ha vuelto a cobrar vida y he vuelto a mirarlo.

¡Pero bueno, si es verdad, si tienen razón, no es solo una broma, todos somos un poco zombis! Sí, zombis con poca vida, zombis en un trabajo que normalmente nos frena, zombis arrastrados hacia lo políticamente correcto, seducidos por las modas, por los deseos muertos y teledirigidos de los anuncios, zombis sin ojos para ver demasiado ni oídos para oír más allá de los ruidos de la ciudad, zombis rígidos, tristes y alicaídos, zombis de todas clases y de todos los estamentos como los que aparecen en este video fantástico. Zombis.

Y podemos despertar. Si, el despertar, el samadhi, como dicen los yoguis. Mirad como salen después de 30 días de yoga: seres humanos, flexibles, atentos y normalizados, seres humanos plenos estirándose por fin y limpiándose el polvo anterior.

El video es muy divertido, y además tiene su enjundia. A ver que os parece.



Os dejo también el enlace por si queréis entrar en este centro de Vancouver sin ánimo de lucro que quiere hacer un yoga de extensión, como dicen ellos. Un yoga que llegue a cuanta más gente mejor, un yoga que llegue a las personas que no tienen oportunidad de acercarse al yoga. Gracias, Yoga Outreach, por el video y por vuestro trabajo.

Sexto paso en el sendero del yogui: Dharana

En este sexto paso entramos en las tareas internas que debe realizar el yogui. Mientras que los cinco pasos anteriores se referían a actividades que tenían que ver con la acción externa del cuerpo, como ejercicios, respiraciones y conducta, estos últimos tres pasos tienen que ver con labores internas, mentales, de desarrollo mental y espiritual.

No es que se puedan separar ambas tareas, ya lo hemos dicho. Ambas son del cuerpo y de la mente, y ambas nos desarrollan espiritualmente. La distinción sirve para saber donde ponemos el acento.

Dharana, dhyana y samadhi, los tres últimos pasos descritos por Patanjali se refieren al desarrollo de la mente. Concentración, meditación e iluminación o liberación, son actividades que ponen el acento en la mente y que resultan difíciles de distinguir entre sí. No hay un orden en la práctica, mantienen algunos estudiosos del yoga, todas se fortalecen entre sí. Unas llevan a las otras y todas evolucionan por un esfuerzo consciente que tiene un principio y un final antes de pasar a la siguiente etapa, dicen otros.

En todo caso, sin concentración, sin dharaha, sin este paso fundamental, no es posible comenzar ninguna actividad mental. El dominio de la mente nos permite dirigirla, incrementar la conciencia de lo que hacemos y utilizarla en nuestro provecho. Si no, la mente vagará sin dirección, de manera compulsiva, como los niños que de pequeños mueven manos y pies sin sentido y sin finalidad, un paso previo para el movimiento consciente, dirigido y útil que vendrá después. Igual que aprendemos a manejar el cuerpo debemos aprender a manejar nuestra mente.

La concentración en un punto es el ejercicio más importante para desarrollar la mente.

Igual que el movimiento y la fuerza son esenciales para el desarrollo del cuerpo, la concentración y la voluntad son esenciales para el desarrollo de la mente. Parece que lo primero lo vamos entendiendo y practicando cada vez mejor, pero sobre el desarrollo de la mente todavía lo ignoramos casi todo. ¿Cuándo habrá gimnasios para mejorar la forma psíquica y mental igual que hay gimnasios para mejorar la forma física y muscular? Solo los centros de yoga pueden reunir ambas cualidades.

Dharana es la concentración de la mente en un solo punto (Yoga Sutras de Patanjali III, 1.)

Direccionar la mente es una tarea larga y, a veces, frustrante, pero esencial. Podemos concentrarnos en cualquier punto que se nos ocurra: la respiración, el entrecejo, el jara, la llama de una vela. Da igual. Uno u otro cambian porque unas personas se concentran mejor en un objeto que en otro, pero el trabajo es el mismo. El trabajo de concentración puede ser tan árido al principio que elegir un objeto que nos vaya bien es importante para notar que avanzamos.

Dharana estabiliza la mente, aminora las sacudidas emocionales y nos serena. Ver como la mente se va “colocando” cada vez más fácilmente en el lugar que le asignamos nos produce alegría, sensación de control sobre nosotros mismos, y nos estimula a seguir con la práctica de la concentración.

Practicar dharana merece la pena, aunque implique un gran esfuerzo y nos resulte todavía una tarea un tanto insólita en nuestra cultura. Pero, al fin y al cabo, cuando estudiamos o cuando vemos una película absorvente practicamos Dharana.

Dharana educa la mente, la somete a nuestra determinación y fortalece la voluntad. Practicar diariamente, por sistema, igual que nos lavamos los dientes, sentándonos durante unas decenas de minutos, es una tarea esencial para el yogui.

Dharana no solo puede practicarse de esta manera, sentados, quietos y concentrándonos en un objeto. También la concentración en las asanas, durante el pranayama o el pratyahara, cuando retiramos los sentidos de un objeto que nos distrae con un esfuerzo de la voluntad, son ejercicios de concentración importantes para ir avanzando con armonía y determinación en nuestro camino de yoguis.

La crisis y el yogui o la yoguini

Esta crisis no es solo económica, que no nos lo hagan creer. Es una crisis de valores y, por tanto, política y de toda la humanidad.

La civilizada Europa no puede seguir manteniendo su estado de bienestar. Ese estado que parecía preludiar el que nos decían que vendría después, un estado ideal donde las necesidades humanas más importantes estarían cubiertas y sería posible la civilización del ocio, como decía Marcuse, se encuentra ya a años luz de esta civilización abotagada y abarrotada.

Marcuse está muerto. Es Malthus el que vive, que parecía muerto. Somos muchos habitantes en la Tierra y cada vez hay menos bienes a repartir, menos riquezas reales. Sin embargo es necesario consumir para dar trabajo a todos los más posibles -y somos muchos-, y seguir creciendo, aunque los recursos se agotan y son cada vez más caros. La lucha por hacerse rico o permanecer rico se acrecienta y se hace cada día más cruel.

¿Qué hace el yogui en esta crisis? Para el yogui parece ser más fácil, solo lleva un taparrabos. Es decir, ¿podemos prescindir de cosas para vivir con menos? ¿Podemos ser más austeros para no sufrir en tan gran medida las acometidas de la crisis que nos amenaza? ¿Puede esa austeridad hacernos libres o no hará más que frustrarnos por lo que soñamos tener y ya no tendremos?

¿Menos sanidad pública? Podemos intentar cuidarnos a nosotros mismos mejor, dice el yogui. Cuidar nuestro cuerpo con deporte y asanas, una alimentación sana y comedida, hacer consciente la respiración y buscar la fuerza de su energía.

¿Menos educación? La educación es sobre todo la búsqueda de uno mismo que da como resultado una vocación, una experiencia de maduración y la actividad necesaria y consecuente, dice el yogui. Educar es sobre todo educarse, desarrollarse, dice el yogui. Luego, la técnica se aprende rápido. No hace falta estudiar tantos años si se está aprendiendo siempre.


¿Más ocio teledirigido y manipulado? Ocio y trabajo deben fundirse cada día. El logro en el trabajo tiene que venir como consecuencia de los logros en nuestro camino como seres humanos en busca de mayor perfección. El ocio es desarrollo lúdico, sin finalidad, es juego y belleza pura. El trabajo es desarrollo social, desarrollo solidario, desarrollo propio para la sociedad y para los demás. Pero el uno no se podrá lograr sin el otro, dice el yogui. El ocio no debe ser alienante, ni embrutecedor; el trabajo tampoco, no dejéis que lo separen.

¿Mas, o menos bienes de consumo? A ver, decidámonos: ¿más, o menos bienes de consumo?, pregunta el yogui. Mas caprichos o menos, más gasto o menos, más distracciones o menos, más dependencia o menos. Si es más, procurad que los bienes de consumo sean verdaderos, que merezcan la pena: playas tranquilas y limpias, sin aglomeraciones, montes cuidados y fértiles, paz y silencio, viajes por el mundo para conocer su variedad y no sus tiendas.

Si es menos, no importa, dice el yogui, nuestro mayor bien está dentro. Nuestro mundo interior, psicológico, mental y espiritual. Consumamos contacto humano, solidaridad y ayuda, aventura, silencio interior, amplitud espiritual para ser verdaderamente creativos y disfrutar de ello.

Las crisis pueden ser un motivo de inspiración, dice el yogui, significa que estamos vivos, que nos podemos mover, que podemos probar otros caminos. Es verdad, las crisis se ven de otra manera con taparrabos.

Pero una vez dicho esto, diremos lo que decía Gandhi al final, en sus discursos sobre educación, alimentación e higiene: "...y además, debemos desafiar a los ingleses". O sea, reclamamos una sanidad universal y sufragada con impuestos, y una enseñanza plural y obligatoria cuyo coste se encuentre en consonancia con los ingresos familiares.

Yoga para la discapacidad

En este blog que habla sobre yoga tenemos post dedicados a sus aspectos teóricos, los dedicados a intentar expresar como sería la mirada de un yogui sobre nuestra sociedad, y también otros más íntimos y líricos, la única expresión posible para comunicar el sabor interior que el yoga va dejando en nosotros. Hoy vamos a inaugurar una nueva sección dedicada a la actualidad del yoga en el mundo.

En ella comentaremos noticias referidas al yoga que nos parezcan interesantes por el motivo que sea: por la novedad; por su interés informativo sobre la evolución del yoga en nuestros días; por su interés científico, o por la oportunidad que nos ofrezca para denunciar y comentar el montaje consumista y el interés comercial que se está formando en torno al mundo del yoga.

Por tanto, en el lado derecho de la portada del blog, encima del enlace a nuestro centro de yoga habrá un hipervínculo titulado “Actualidad del yoga” que nos dirigirá a todas estas noticias que queremos comentar.

Hoy inauguramos la sección con un video americano de un veterano soldado de la Guerra del Golfo discapacitado, que recobra el movimiento y la ilusión gracias al yoga, la voluntad y la fe.


¡Qué impresionante, verdad? Y qué aspecto más encantador tiene nuestro veterano. Qué fe, qué voluntad, cuando poco antes estaba deprimido, gordo e inútil, tirado en un sillón con una lata de cerveza. Alguien confía en él y él le da una oportunidad al yoga.

El yoga hace el milagro.

Este entrañable veterano, bajito, impedido y denso nos fascina y nos enternece. Parece Forrest Gump cuando hecha a correr como un conejo y le estallan los aparatos que sujetan sus piernas paralíticas. Es difícil de creer. A veces parece un anuncio de un centro de yoga que lo utiliza como panacea para hacer negocio. Y por otra parte es tan real, tan verdadera su figura de inválido, su cara de resignación depresiva y su bondad, tan auténtico su esfuerzo y tan aparentemente verídicas sus caídas y sus levantadas, que uno no sabe que pensar…

¿Será posible que el yoga haga estos milagros? ¿O será este video uno más del perfecto marketing de los americanos? No lo sé, lo que si puedo decir es que a mí el yoga me cambió la vida hace ya muchos años, que tengo secuelas de una poliomielitis que sufrí de pequeño, y que reconozco sus caídas en las mías cuando aprendí a practicar yoga.

Yo también confié en el yoga con una fe inconmovible y un poco desesperada. Yo también adelgacé 20 kilos que nunca volví a recuperar. Y aunque no corro como un conejo ni me he olvidado de las secuelas de la polio, he podido controlar sus devastadores efectos y sentirme sano a pesar de ellos. 28 años más tarde de haber empezado a practicar yoga estoy mucho mejor físicamente que 28 años antes, y he ganado tanto en determinación, vitalidad psicológica y salud que, como este veterano soldado, digo:

Sí, se puede.